La estructura de la iglesia, bajo la dirección del Espíritu Santo, es vital para el crecimiento espiritual de los miembros, y para el cumplimiento de la misión de la iglesia. Es el esqueleto del cuerpo eclesiástico. Y...
"Todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor"
Efesios 4:16